Panorama de las neurosis de transferencia
Sigmund Freud
Agradecemos a la revista Subjetividad y Cultura
y a quienes la hacen (Mario Campuzano, Enrique Guinsberg y Miguel
Matrajt), haber cedido gentilmente este texto de Freud para su
publicación en Carta Psicoanalítica
Traducción del alemán: José Luis González Fernández
Revisión y corrección: Karin Fröde de Gómez
Revisión y corrección: Karin Fröde de Gómez
Sumario
Luego de hacer un detallado examen, intentar resumir caracteres, demarcando comparativamente cada uno de los momentos.
Los momentos son: represión,
formaciones sustitutivas y de síntomas, contrainvestidura, relación
contabilidad función sexual, regresión, disposición. Restringir a los
tres tipos neurosis: histeria de angustia, histeria de conversión y
neurosis obsesiva.
a) Represión- Se encuentra en los
tres tipos neurosis en la frontera de los sistemas inconsciente y
preconsciente. Consiste en la sustracción o negación de la investidura
preconsciente, asegurada por una especie de contrainvestidura. En la
neurosis obsesiva, en los estados mas tardíos, la contrainvestidura se
desplaza hacia la frontera preconsciente-consciente.
Escucharemos 6 que en el
siguiente grupo la represión tiene una tópica diferente, ella luego se
amplia también al concepto de clivaje.
El punto de vista tópico no debe
ser sobrevalorado en el sentido de que cualquier relación entre ambos
sistemas pueda 5llegar a bloquearse su apreciación por eso. Será así
esencial para meditarse, entre que elementos este obstáculo
introducirse.
Éxito y Complementación
Se encuentran interrelacionados
por el hecho de que el fracaso la repres ión requiere nuevos esfuerzos.
El éxito varía según las 3 neurosis y según cada uno de sus
particulares estadios.
El menor los éxitos está (es
produce) en la histeria de angustia correspondiendo al hecho de que no
se establece ninguna clase de representación >representanz<
preconsciente y (consciente): Más tarde en lugar de la indecente
>intolerable< un sustituto se toma preconsciente y consciente.
Finalmente la formación de fobias alcanza su objetivo inhibiendo los
afectos displacenteros mediante >una< gran renuncia, intentos de
escape.
>El< propósito de la
represión es siempre evitar al displacer. El destino de la
representación (repraesentanz) es sólo ser señal de proceso. El
aparente desmontaje (separación) del proceso de defensa en
representación >vorstellung< y afecto (representación)
>repaesentanz< y factor cuantitativo). De aquí se produce
precisamente, que la represión en >la< denegación de la palabra
>wort vorstellung< se sostenga, por lo tanto, el carácter tópico
de la represión.
En la neurosis obsesiva, el éxito
>de la represión< es inicialmente completo, pero de ningún modo
permanente. Proceso aún menos concluido. Este prosigue luego de una
primera fase exitosa a través de dos fases ulteriores. La primera
(represión secundaria, formación de la representación obsesiva,
>vorstellung< lucha entre representaciones obsesivas)
>vorstellungen< así como también la histeria de angustia se
conforma contabilidad formaciones sustitutivas, más adelante (terciaria)
>se< produce una renuncia y limitación correspondiente a las de
la fobia, pero a diferencia de ésta, trabaja contabilidad recursos
lógicos. Por lo contrario el éxito >de la represión< en la
histeria de conversión es completo desde un inicio, pero adquirido
mediante una formación sustitutiva. Este proceso del singular mecanismo
de represión tiende a ser más completo.
Contrainvestidura
En la histeria de angustia >la
contrainvestidura< primero está ausente. Pura tentativa de escape y
se dirige luego >a< representaciones sustitutivas
>vorstellungen< y se establece especialmente en la tercera fase
en un rodeo de las mismas para asegurar desde ahí la liberación del
displacer en calidad de vigilancia y atención. Representa la acción del
preconsciente, así como del esfuerzo que la neurosis cuesta.
En la neurosis obsesiva, donde
desde el principio se trata de una defensa contra una pulsión
ambivalente >se< nos brinda la primera represión exitosa,
posteriormente se producen formaciones reactivas gracias a la
ambivalencia. Se da entonces en la tercer fase la atención que es
característica de la neurosis obsesiva y proporciona el trabajo lógico,
así en la fase dos y tres como lo es en la angustia a diferencia de la
fase uno en donde la angustia nada produce, en la neurosis obsesiva se
produce todo. Ella siempre asegura a la represión una correspondiente
acción del preconsciente.
En la histeria se facilita un
carácter más afortunado debido a que las contrainvestiduras buscan
desde el inicio un encuentro contabilidad investiduras pulsionales para
enlazarse a ella en un compromiso, lo que determina la elección de la
representación >Repraesentanz<.
Formación Sustitutiva y Formación de Síntoma.
Corresponde al retorno de lo
reprimido, y al fracaso de la represión. Por un determinado periodo son
diferenciables, más tarde corren juntos.
La mayor conjunción se da en la
histeria de conversión: sustituto = síntoma, nada más que separar. Así
mismo, en la histeria de angustia, la formación sustitutiva facilita el
primer retorno de lo reprimido.
En la neurosis obsesiva se
diferencian claramente en la circunstancia de que la primera formación
sustitutiva proviene de la represión de la contrainvestidura y no es
considerada como un síntoma. Sin embargo, síntomas tardíos de la
neurosis obsesiva son fundamentalmente >un< retorno de lo
reprimido, siendo en ellos menor la acción de la represión.
La formación de síntomas, de
donde parte nuestro estudio, coincide siempre contabilidad el retorno
de lo reprimido y se produce contabilidad la ayuda de la regresión y de
las fijaciones disponibles.
Una ley general afirma que la regresión vuelve hasta la fijación y desde allí se fuerza el retorno de lo reprimido.
Relación contabilidad la Función Sexual.
Para esto continúa manteniéndose
la moción pulsional antes reprimida siempre como un impulso libidinal
perteneciente a la vida sexual, mientras que la represión parte del Yo
por varios motivos, que se pueden resumir como un Yo poder (a causa de
sobrefuerza) o no querer. Esto último se refiere a la incompatibilidad
contabilidad los ideales del yo o a un daño de otra índole temido por
el Yo. Este aspecto fundamental es opacado por dos momentos: el
primero, tiene frecuentemente la apariencia de que la represión fuese
estimulada por el conflicto de dos mociones, libidinosas ambas, siendo
especialmente frecuentes y claras.
Esto se diluye tras la
consideración de que una de estas es egosintónica y en el conflicto
puede solicitar ayuda de la represión derivada del Yo.
El segundo: entre lo reprimido no
solamente encontramos aspiraciones libidinosas, sino que también
aspiraciones del Yo claramente y contabilidad frecuencia en estados más
largos y desarrollados más avanzados
de la neurosis. Esto último se 1ocaliza de tal manera que al moción
pulsional reprimida busca imponerse en un rodeo a través de una
aspiración del Yo al que le ha prestado un elemento, le transfiere
energía y es arrastrada contabilidad aquella >la moción< a la
represión, lo que puede llegar a ocurrir en forma masiva. Contabilidad
esto no se altera la vigencia de aquella frase >ley general antes
mencionada<.
Se comprende la exigencia de
sacar conocimientos de los momentos iniciales del establecimiento de la
neurosis, en la histeria y en la neurosis obsesiva, es obvio que la
represión se dirige contra la función sexual en su forma definitiva, la
cual pretende representar el derecho a la procreación. Nuevamente la
mayor claridad se observa en la histeria de conversión ya que no hay
complicaciones, en la neurosis obsesiva primero hay una regresión.
Mientras no exageremos esta relación, es decir, no lleguemos a suponer
que la represión se haga efectiva justo en este estadio de la libido pro
lo contrario, la neurosis obsesiva expone que la represión consiste en
un proceso más general que no depende la libido, pero dirigido aquí
hacia niveles previos. Así como también en la evolución del desarrollo
la represión es requerida contra mociones perversas en series simples.
Pregunta. ¿Por qué la represión
aquí es exitosa, y no lo es en otros casos? En la naturaleza de las
aspiraciones libidinales hay sustitución posible, así que en la
represión de las aspiraciones normales se fortalecen las perversas y
viceversa. Sobre la función sexual la represión no tiene otra relación
que nos sea el empeñarse en su rechazo, así será en la regresión y en
algún otro destino pulsional.
La relación con la función sexual
es menos clara en el caso de la histeria de angustia pro las razones
que vimos cuando tratamos la angustia. Parece ser que la histeria de
angustia encierra un vuelco, pues la exigencia pulsional sexual,
considerada como demasiado grande, es rechazada como peligro.
No se requiere ninguna consideración de la organización de la libido.
Regresión
>constituye< El más
interesante momento del destino pulsional. D4esde la histeria de
angustia no hay ninguna circunstancia que la adivine. Podría decir que
aquí no entra en consideración >en regresión<, probablemente
debido a que en toda histeria de angustia se retrocede claramente a una
infantil (la disposición modelo de la neurosis) y ésta última se
manifiesta en una época temprana de la vida. Por el contrario, las
otras dos >neurosis de transferencia< constituyen un mejor ejemplo
para la regresión, aunque en este punto a regresión desempeña un papel
diferente para la estructuración de cada una de las neurosis <:>
En la histeria de conversión hay
una regresión del ya muy fuerte, retorno a una fase sin diferenciación
entre Preconciente e inconsciente, es decir, sin lenguaje ni censura.
La regresión servirá empero a la formación de síntomas y al retorno de
lo reprimido, la excitación pulsional no admitida por el yo actual,
recurre a uno previo donde encontrará una forma distinta de rechazo. Se
ha dicho ya que así se llega a una forma de regresión libidinal.
En la neurosis obsesiva es
diferente. La regresión es una regresión de la libido >que< no
sirve al retorno >de lo reprimido< sino a la represión, y es
facilitada ante una sólida fijación constitutiva o por un desarrollo
incompleto. Cabe aquí el primer paso defensivo hacia la regresión,
donde se trata más bien de una regresión >propiamente< dicha que
de una inhibición del desarrollo, y organización libidinal es sometida
en adelante a una represión típica, aunque no exitosa. Una parte de la
regresión yoica es impuesta al Yo por la libido, o se produce ante el
desarrollo incompleto del Yo, relacionado aquí con la fase libidinal
(disociación de las ambivalencias).
F) (disposición)
Escondidos detrás de la
represión, están los problemas de la fijación y disposición. De la
regresión se puede decir, en términos generales, que se extiende a un
tipo de fijación, ya sea en el desarrollo del Yo o de la libido, y este
punto representa la disposición. Este es entonces el >punto<
decisivo, el momento en el que se presenta la decisión por la elección
de neurosis. Valdrá entonces la pena extenderse en ello.
La fijación se realiza a través
de <una> fase del desarrollo la cual fue marcada demasiado
fuerte, o que quizá también haya tenido una duración demasiado larga
como para que en consecuencia se pase completamente a al fase contigua.
Ideas más claras de donde y
cuales variaciones existen en <alrededor de> la fijación, mejor
no pidamos. Empero digamos algo sobre su origen. Existe la posibilidad
de que dichas fijaciones sean tanto traídas consigo netamente como que
ellas sean dadas <surjan> por impresiones precoces, o finalmente,
que ambos factores actúen simultáneamente. Aunque se puede sostener
que los dos momentos tienen una propiedad de ubicuidad, ya que todas
las disposiciones existen son constitucionales en el niño y por otra
parte las impresiones eficaces afectarían a varios niños de manera
similar.
Se trata pues de más o de un
menos y un eficaz encuentro. Ya que nadie se inclina a poner en tela de
juicio momentos constitucionales, le corresponde al psicoanálisis
defender contabilidad fuerza los derechos de las atribuciones
adquisiciones de la temprana infancia. En la Neurosis Obsesiva el
momento constitutivo es por lo demás reconocido más claramente que el
accidental en la Histeria de Conversión, esto hay que admitirlo. La
distribución detallada <sin embargo> es aún dudosa cualquiera que
ésta sea.
En donde el momento
constitucional de la fijación es considerado, no por ello se aparta lo
adquirido, simplemente se desplaza a tiempos más remotos. Pues también
se puede aseverar contabilidad justeza que las disposiciones heredadas
son restos de lo adquirido por los antepasados. Aquí se choca
contabilidad el problema de la disposición filogenética detrás de la
individual u ontogenética, y no se puede encontrar contradicción cuando
el individuo a su disposición heredada de base experiencias anteriores
añade nuevas disposiciones de la vivencia singular.
¿Porqué se debería extinguir el
proceso de la disposición en función de una vivencia producida en el
individuo cuya Neurosis se explora? ¿o qué crear esta disposición para
su descendencia, sin adquirirla para sí mismo?.. Parecería más bien
<ser un> un complemento necesario.
No es posible esclarecer aún en
que medida la disposición filogenética puede contribuir a la
comprensión de las Neurosis. Además de ello, es también pertinente que
la consideración se extienda más allá del estrecho campo de las
Neurosis de Transferencia.
El carácter definitivo más
importante de las Neurosis de Transferencia, no pudo ser apreciado en
este panorama, puesto que pro lo común no llaman la atención y sólo a
través del contraste contabilidad las Neurosis Narcisísticas tendrían
relevancia. (Este carácter se encuentra en apego al objeto. Relación
del Yo al objeto) 7.
Junto a esta ampliación del
horizonte avanzaría al primer plano la relación del Yo contabilidad el
objeto y la determinación del objeto resultaría el rasgo distintivo
común. Aquí se permite cierta preparación.
Espero que el lector, que además
de algún fastidio en muchos párrafos, haya notado también, como todo se
construyó sobre una muy cuidadosa y afanosa observación, así mismo que
ejerza la indulgencia si alguna vez la postura crítica retrocede ante
la fantasía al exponer cosas que sean inciertas sólo por que son
incitantes y abren la mirada a lo remoto.
Es también legítimo llegar a
suponer que aún las Neurosis deben aportar testimonio sobre la historia
de la evolución anímica de los hombres. Creo haber demostrado en el
artículo (sobre los dos principios) que podemos atribuir a las tencias
sexuales del hombre otro desarrollo diferentes al de las tendencias del
Yo. El motivo esencial es que el primer grupo podía satisfacerse
autoeróticamente, en tanto que las tendencias del Yo dependen desde el
principio del objeto y contabilidad esto por lo tanto de la realidad.
A grandes rasgos creemos haber
aprehendido cual es la evolución de la vida sexual humana (tres ensayos
para una teoría sexual). Es más difícil de comprender el desarrollo
del yo humano, es decir, de las funciones de autoconservación y de las
formaciones derivadas de ellas. Solamente conozco el intento único de
Ferenczi, quien utiliza experiencias psicoanalíticas para ese
propósito. Naturalmente nuestro cometido se nos facilitaría si
dilucidáramos la historia de la evolución del Yo desde otro lado en
lugar de tener que proceder <en sentido>inveso <como> hasta
ahora. La impresión que se logra contabilidad ello es que la historia
de la evolución de la libido repite una parte de la evolución mucho más
antigua que la del Yo, el primero tal vez repita las circunstancias de
a familia de los vertebrados, mientras que el otro se inclina hacia la
historia de la especie humana.
Existe ahora una serie a la cual
se puede unir diversos y amplios pensamientos. Ella surge cuando las
Psiconeurosis (no sólo las Neurosis de Transferencia) se ordenan según
el tiempo <cronológico> y el punto en el cual entran en escena en
la vida individual. Entonces es la Historia de angustia prácticamente
la más temprana, le sigue la Histeria de Conversión (del cuarto año en
adelante), un poco más tarde en la prepubertad (9-10) se da paso en los
niños a la Neurosis Obsesiva. Las Neurosis Narcisistas <están>
ausentes en la infancia. De éstas, la Demencia Precoz en su forma
clásica es un padecimiento de la pubertad, la Paranoia se aproxima a
los años de madurez, y la Manía-Melancolia también al mismo periodo,
por lo demás indefinido.
La serie sería entonces:
Angustia - Histeria de Conversión - Neurosis Obsesiva - Demencia Precoz - Paranoia - Mania-Melancolia.
Las disposiciones de la fijación
para estas afecciones parecen resultar también en una serie pero en
sentido contrario (obvio) 8 especialmente cuando se considera la
disposición libidinal. Por lo tanto, cuanto más tarde la Neurosis entra
en escena, tanto más la necesidad de <un movimiento> regrediente
a una fase libidinal más temprana. Sin embargo esto es válido sólo a
grandes rasgos. Indudablemente la Histeria de Conversión se dirige
contra el primado de los genitales, la Neurosis Obsesiva contra el
estado sádico, para acabar, las 3 Neurosis de Transferencia en primera
instancia contra una evolución libidinal consumada.
Pero las Neurosis Narcisísticas
se remontan a fases previas al encuentro del objeto. La Demencia Precoz
hace un movimiento regrediente hasta el autoerotismo, la Paranoia
hasta la elección de objeto narcisista homosexual, la Melancolía
depende de la identificación narcisista contabilidad el objeto. Las
diferencias están en el hecho de que la Demencia indudablemente entra
en escena antes que la Paranoia por más que su disposición libidinal se
retraiga más atrás, y la Manía-Melancolía no permite una clasificación
temporal segura. Por lo tanto no se puede sostener que e orden
temporal <cronológico> de las Psiconeurosis, cuya existencia
<por otro lado> es positiva, sea decidida sólo por la evolución
libidinal. En tanto que esta relación es acertada, se acentuaría
carácter inverso entre ambos.
Es también sabido que
contabilidad el tiempo la Histeria o la Neurosis Obsesiva pueden
transformarse en Demencia, nunca a la inversa. Sin embargo, puede
formularse otra serie filogenética, la cual tiene realmente el mismo
curso temporal de las Neurosis. Sólo que para ello es imprescindible
tomar impulso y convenir en establecer más de una hipótesis intermedia.
El Dr. Wittels fue el primero en
proponer la idea de que el animal humano vivía en un medio
extremadamente rico en el que todas sus necesidades estaban cubiertas,
medio que se conserva reflejado en el mito del paraíso original. Es
probable que allí la periodicidad de la libido se haya superado, la
cual en los mamíferos está aún adherida.
Ferenczi, ya en el trabajo rico
en pensamientos mencionado, expuso la idea de que la evolución ulterior
del hombre primitivo sucedió bajo la influencia de los destinos
geológicos de la tierra, y que especialmente la necesidad de las eras
glaciales estimularon el desarrollo cultural. Es por lo general
admitido que la especie humana existía en la era glacial y ha
experimentado la influencia en ese periodo.
Si tomamos la idea de Ferennczi,
estamos muy cerca de la tentación a reconocer en las 3 disposiciones a
la Histeria de angustia, la Histeria de Conversión y las regresiones
obsesivas, a las fases que se reconoce que antaño la humanidad entera
debió haber transitado del principio al fin de las eras glaciales, así
que entonces todos los hombres eran entonces como lo son hoy sólo una
parte ante la fuerza de las predisposiciones hereditarias y la nueva
adquisición.
Naturalmente que estos cuadros no
se pueden asegurar plenamente, pues la neurosis implica más de lo que
la regresión en sí misma aporta. Ella es también la expresión de la
resistencia contra esta regresión y un compromiso entre lo arcaico y
las exigencias de la neurosis Obsesiva. Más que cualquier otra, se
encuentra bajo el signo de los contrastes internos.
La neurosis requiere entonces, en
tanto que la represión ha triunfado en ella, reproducir un cuadro
arcaico. Con que nuestra primer formulación presupondría que la
humanidad, bajo el influjo de las carencias impuestas por la abrupta
era glacial, se tornó en general proclive a la angustia. El hasta
entonces esencialmente amistoso mundo exterior que daba cualquier
satisfacción, se transformó en <fuente> de masivos <y>
amenazantes peligros.
Ante todo lo nuevo estaban dadas
todas las condiciones para la angustia real. Inicialmente en efecto, la
libido sexual no perdió sus objetos, que son humanos, aunque se podría
pensar que en su propia existencia amenazada, el Yo se desprende de su
carga de objeto y manteniendo la libido en el Yo convierte así en
angustia real lo que una vez fue libido objetal. Así vemos que en la
angustia infantil, frente a la insatisfacción, el niño transforma la
libido de objeto en angustia real frente a lo extranjero
<extraño>, aunque en lo general también contabilidad eso se tiende
a ceder y a angustiarse ante todo lo nuevo.
Hemos tenido una larga discusión
en cuanto a que si la angustia real es anterior a la angustia anhelante
<expectante>, si el niño cambia en angustia real su libido por
ser ésta considerada peligrosa y masiva, llegando así a la
representación de peligro, o antes bien acceder a una angustiabilidad
general y contabilidad ella aprender también a tener miedo de su libido
insatisfecha.
Nuestra inclinación es a aceptar
la primera, a dar prioridad a la angustia anhelante <expectante>,
sin embargo nos hace falta para ello una disposición especial. Estamos
obligados a explicarla como una tendencia infantil general. La
preponderancia filogenética aclara ahora la polémica a favor de la
angustia real y nos permite suponer que parte de los niños traen
consigo la angustia del inicio de las eras glaciales, y esto los induce
además a tratar la libido insatisfecha como un peligro externo. Sin
embargo, el relativo exceso de libido escaparía a la misma disposición y
posibilitaría la nuestra adquisición de la disposición a la angustia.
De cualquier manera, la discusión de la Histeria de angustia ponderaría
la disposición Filogenética sobre todos los otros momentos
considerados.
2) Contabilidad el avance de los
tiempos duros debió darse en los hombres amenazados en su existencia el
conflicto entre la autoconservación y el placer de la reproducción que
encuentra su expresión en la mayoría de cualquier caso típico de
histeria. Los alimentos entonces no alcanzaban para permitir el
crecimiento de las hordas, y la fuerza del individuo no fue suficiente
para mantener con vida tantos indefensos. Matar a los recién nacidos
seguramente encontró resistencia en el amor, especialmente en las madres
narcisistas.
De este modo, restringir la
reproducción se tornó en una obligación social. Las satisfacciones
perversas que no conducen a la procreación escapaban de esta
prohibición que promovía cierta regresión a la fase libidinal previa al
primado de los genitales. La limitación debió afectar más duramente y
pronto a la mujer que al hombre despreocupado ante las consecuencias de
la abstinencia en la relación sexual.
Esta situación en conjunto
evidentemente corresponde a los requerimientos para la Histeria de
Conversión. Por la sintomatología de la misma concluimos que el hombre
todavía no hablaba cuando pro una imperiosa necesidad se impuso la
prohibición de la reproducción, y por lo tanto, tampoco tenía
construido el sistema Preconsciente sobre el Inconsciente. Por eso, a
la Histeria de Conversión regresa el que además está dispuesto,
especialmente la mujer, bajo el influjo de las prohibiciones que
quieren descartar la función genital,, mientras que fuertes y excitantes
impresiones tempranas empujan a la acción genital.
La evolución posterior es fácil de construir .......
3) al desarrollo ulterior es
fácil de construir. Correspondió especialmente al hombre. Luego de
haber aprendido a economizar la libido y de haber disminuido la
actividad sexual mediante la regresión a una fase anterior, la
actividad de la inteligencia tomó para él un papel primordial.
Aprendió a investigar, a
comprender un poco el mundo hostil, y a través de los inventos, a
obtener un primer dominio sobre él. Se desarrolló bajo el signo de la
energía, elaboró los rudimentos del lenguaje y (seguramente) daba mucha
importancia a las nuevas adquisiciones.
El lenguaje (constituía una)
magia para él, sus pensamientos le parecían omnipotentes, comprendía al
mundo de acuerdo a su Yo. Es el periodo de la cosmovisión animista y
de su técnica mágica. Como recompensa de su fuerza por asegurar la vida
a tantos seres desvalidos, se adjudicó el (derecho a un) dominio
señorial sobre ellos, (creando) en su personalidad la idea de dos
primeras disposiciones: que él era intocable (libre de ser dañado) y
que su disponibilidad sobre las mujeres no podía ser discutida.
Hacia el final de este periodo la
especie estaba dispersa en hordas nucleares que eran dominadas (bajo
una línea) paterna, por un hombre brutal, fuerte y sabio. Quizá la
naturaleza egoísta, celosa y sin escrúpulos que según las
consideraciones de la psicología de los pueblos atribuimos al padre
primitivo de la horda humana, no existiera desde el inicio sino que se
formaría en el transcurso del duro periodo glacial como consecuencia de
la adaptación a la necesidad.
Los caracteres de esta fase de la
humanidad son los que repite la neurosis obsesiva, (aunque)
parcialmente en forma negativa ya que la neurosis a través de sus
formaciones reactivas ofrece una oposición a dicho retorno. La
sobreacentuación en el pensar, la gran energía, la fuerza de retorno,
la omnipotencia de los pensamientos, son rasgos que se mantienen
inmutables.
Pero contra los impulsos brutales
que pretenden sustituir la vida amorosa, se erige la oposición en
desarrollos ulteriores, que a partir del conflicto libidinal finalizan
paralizando al energía vital del individuo y sólo permite subsistir a
los impulsos que sean desplazados a pequeños sometimientos bajo la
forma de obsesión.
Así, este rasgo humano valioso en
el desarrollo cultural, a su retorno sucumbe frente a las exigencias
de la vida amorosa: del mismo modo que el grandioso tipo de padre
primitivo, quien más tarde retorna bajo la forma de divinidad sucumbió
en la realidad ante las relaciones familiares que él mismo creó.
4) Hasta aquí habríamos llegado
al cumplimiento de uno de los programas provistos por Ferenczi de
’unificar los tipos de regresión neurótica contabilidad las etapas de
la historia de la humanidad’ quizá sin desvíos especulativos demasiado
atrevidos.
Sin embargo, nos falta toda
relación para continuar contabilidad las neurosis narcisistas que se
manifiestan más tarde, si no nos viene en auxilio el supuesto de que la
disposición a estas fue adquirida en una segunda generación, cuya
evolución nos lleva a una fase nueva de la cultura humana.
Esta segunda generación da inicio
contabilidad aquellos hijos (varones) que el padre primitivo celoso no
admite. Hemos incluido en otro lado (1y1) (Tólem y Tabú) como los
expulsa cuando han alcanzado la pubertad. Otra solución más cruel es
observada en las experiencias psicoanalíticas, es decir que (el padre
primitivo) los privaba de su virilidad. (y) ya inofensivos, podían
permanecer en la horda como ayudantes de trabajo.
Podemos representarnos el efecto
de la castración en aquel tiempo primitivo como una extensión de la
libido y una detención del desarrollo individual. Este estado parecería
repetir(se) (en) la democracia precoz que, inicialmente bajo la forma
de Hebefrenia conduce al abandono de todo objeto de amor, al retroceso
de todas la sublimaciones y al retorno al autoerotismo. El individuo
joven se comporta como si hubiera sufrido la castración incluso la
autocastración real no es rara en esta afección.
No debe tenerse en cuenta para
conformar el cuadro filogenético, otras características de la
enfermedad como son las alteraciones del lenguaje y episodios
alucinatorios, ya que corresponden a intentos de curación, a los
múltiples intentos por recuperar el objeto los cuales durante el cuadro
de la enfermedad son casi más llamativos en su duración que las
propias manifestaciones regresivas.
A la hipótesis de este trato
sobre los hijos, le corresponde una pregunta que puede contestarse de
paso ¿de dónde viene el sucesor y sustituto de los padres primitivos si
estos se desprendían de sus hijos de esta manera?.
Ya Alkinson ha indicado el camino
al señalar que sólo los hijos mayores debían temer la persecución del
padre, pero los otros, el menor –pensando esquemáticamente-, gracias a
al mediación de la madre, aunque en esencia debido al envejecimiento
del padre y de su necesidad de ayuda, podría escapar a este destino y
convertirse así en el sucesor del padre.
Esta preferencia por el menor fue
absolutamente suprimida en las estructuras sociales posteriores y
reemplazada por el privilegio del mayor. Aunque claramente en los mitos
y cuentos esto se ha conservado.
5) La transformación posterior
sólo podría darse cuando los hijos amenazados por la castración la
evitaran huyendo y aprendiendo a asumir la lucha por la existencia
aliándose entre sí.
Esta convivencia generaría
sentimientos sociales y podría estar basada en la satisfacción sexual
homosexual. Es muy posible que se pueda apreciar en la herencia de esta
fase la tan buscada disposición a la homosexualidad.
Los sentimientos sociales así
surgidos de la sublimación de la homosexualidad devinieron patrimonio
de la humanidad y base de toda sociedad ulterior. Pero es evidente que
esta fase implica una vuelta a la paranoia, o mejor dicho, en contra
del retorno de aquella (frase) que la paranoia (rehuye) defiendiendose,
sin faltar las alianzas secretas y al perseguidor quien juega un papel
fundamental.
En el intento pro defenderse
contra la homosexualidad que está en la base de la organización
fraterna, la paranoia tiene que expulsar de la sociedad al atacado y
destruir sus sublimaciones sociales.
6) La integración de la
Melancolía-Manía en este contexto parece enfrentarse con la dificultad
de no poder establecerse con precisión la edad normal para la aparición
individual de esta afección neurótica. Sin embargo es más seguro que
pertenezca más a la edad de la madurez que a la infancia.
Sobre la característica
alternancia de depresión y euforia, es difícil no remitirnos entonces a
la sucesión similar de alegoría y duelo que compone en forma regular
toda la ceremonia religiosa. Duelo por la muerte de Dios, alegría por
su resurrección.
Pero, tal como nosotros lo
intuimos gracias a los datos de la psicología de los pueblos ese ritual
religioso repite, ahora en sentido inverso, el comportamiento de los
miembros del clan fraterno luego de matar y haber vencido al padre
primitivo: triunfo sobre su muerte y duelo por él, en tanto todos lo
habían venerado como modelo.
Así pues, este gran suceso de la
historia de la humanidad que puso fin a la horda primitiva y la
sustituyó por la organización fraterna victoriosa, parecería brindar la
predisposición a la particular sucesión de ánimo que reconocemos como
una afección narcisista especial, junto con las parafrenias.
El duelo por el padre primitivo
surge de la identificación con él y ya hemos demostrado que dicha
identificación es condición para el mecanismo de la melancolía.
Podemos decir que en resumen; si
las disposiciones a las 3 neurosis de transferencia han sido adquiridas
en la lucha contra las penurias de la época glacial, entonces las
fijaciones que están en la el origen de las neurosis narcisísticas se
derivan del hostigamiento ejercido por el padre, quien al término de la
era glacial, prosigue en contra de la segunda generación el papel que
había asumido.
Así como de la primera lucha se
deriva la fase patriarcal de la cultura, de la segunda la social; pero
de ambas se derivan las fijaciones que al retomar milenios más tarde,
devienen como disposición para los dos grupos de neurosis.
Entonces en este sentido también
la neurosis es una adquisición cultural. Si el paralelismo que hemos
señalado es más que una comparación lúdica y en que medida puede
resolver enigmas no resueltos de las neurosis, lo aclararán
investigaciones posteriores y nuevas experiencias.
Ha llegado el momento de pensar
en ciertas objeciones que nos advierten que no debemos sobreestimar las
deducciones alcanzadas. En un principio se hará evidente que la
segunda serie de disposiciones, las de la segunda generación, pudieron
haber sido adquiridas sólo por hombres (como hijos varones), mientras
que la demencia precoz, la paranoia y la melancolía son producidas
también por las mujeres.
Las mujeres en tiempos primitivos
han vivido en condiciones todavía más disímbolas a las de nuestros
días. Por lo tanto, estas disposiciones presentan una dificultad de la
que está libre la primera serie: parecen haber sido adquiridas bajo
condiciones que excluyen la transmisión hereditaria.
Es evidente que los hijos
castrados e intimidados no tienen acceso a la reproducción, de manera
que no es transmitida su predisposición (demencia precoz). Pero el
estado psíquico de los hijos expulsados, relacionados (a través de) la
homosexualidad, no puede tener una influencia sobre las generaciones
siguientes, ya que como ramas laterales estériles de la familia se
extinguen en tanto no hayan triunfado sobre el padre.
Pero si este triunfo es
alcanzado, constituye la experiencia de una generación a la que no se
le debe reconocer la necesaria multiplicación ilimitada. Como puede
pensarse, no hay que intimidarse ante los datos de un terreno tan
oscuro. En el fondo, la dificultad es idéntica a otra presentada con
anterioridad: como se continúa el padre brutal de la era glacial, quien
no era inmortal, en una imagen divina posterior.
Nuevamente surge el hijo mas
joven que se convertirá en padre. Sin estar él castrado, sabe del
destino de sus hermanos mayores y teme por sí mismo, debiendo sentir la
tentación de huir como los más afortunados de ellos y renunciar
(también) a la mujer.
Así, del lado de los hombres
estériles desechados, queda una sucesión de otros hombres que siempre
llevan en su persona los destinos del género masculino y que pueden
transmitirnos como disposiciones (hereditariamente). Se mantiene el
aspecto esencial; para él (el hijo menor) la necesidad de los tiempos
es sustituida por la coerción del padre.
El triunfo sobre el padre debió
ser planteado y fantaseado en el transcurso de múltiples generaciones
antes de que se lograra realizar. La extensión sobre la mujer de las
disposiciones creadas por la coerción del padre parecen constituir una
dificultad más seria.
Los destinos de la mujer en esas
épocas remotas se mantienen velados por una particular oscuridad.
Podrían haber existido incluso condiciones de vida que no hemos
reconocido. Sin embargo, el punto que nos permite superar el mayor de
los problemas consiste en que no debemos olvidar la bisexualidad
humana.
De este modo, la mujer puede
recibir las disposiciones adquiridas por el hombre e incluso ponerlas
de manifiesto en sí misma. Con todos estos argumentos queda claro que
no logramos en el fondo otra cosa más que haber sustraído nuestras
fantasías científicas del reproche de lo absurdo.
En líneas generales, conservan su
valor como saludable desilusión, si tal vez nos hemos encaminado en
ubicar la disposición filogenética por encima de todo lo demás.
El desarrollo no es tal que en
proporciones constantes, tal vez reglamentadas, las constituciones
arcaicas retomen en el nuevo individuo y que a raiz del conflicto con
las exigencias de la realidad se tornen en neurosis.
Hay cabida a nuevas adquisiciones
e influencias que nosotros ignoramos. Así pues, no estamos al final
sino al principio de la comprensión de estos factores filogenéticos.
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