terça-feira, 12 de junho de 2012

Panorama de las neurosis de transferencia

Sigmund Freud
Agradecemos a la revista Subjetividad y Cultura y a quienes la hacen (Mario Campuzano, Enrique Guinsberg y Miguel Matrajt), haber cedido gentilmente este texto de Freud para su publicación en Carta Psicoanalítica

Traducción del alemán: José Luis González Fernández
Revisión y corrección: Karin Fröde de Gómez
Sumario
Luego de hacer un detallado examen, intentar resumir caracteres, demarcando comparativamente cada uno de los momentos.
Los momentos son: represión, formaciones sustitutivas y de síntomas, contrainvestidura, relación contabilidad función sexual, regresión, disposición. Restringir a los tres tipos neurosis: histeria de angustia, histeria de conversión y neurosis obsesiva.
a) Represión- Se encuentra en los tres tipos neurosis en la frontera de los sistemas inconsciente y preconsciente. Consiste en la sustracción o negación de la investidura preconsciente, asegurada por una especie de contrainvestidura. En la neurosis obsesiva, en los estados mas tardíos, la contrainvestidura se desplaza hacia la frontera preconsciente-consciente.
Escucharemos 6 que en el siguiente grupo la represión tiene una tópica diferente, ella luego se amplia también al concepto de clivaje.
El punto de vista tópico no debe ser sobrevalorado en el sentido de que cualquier relación entre ambos sistemas pueda 5llegar a bloquearse su apreciación por eso. Será así esencial para meditarse, entre que elementos este obstáculo introducirse.
Éxito y Complementación
Se encuentran interrelacionados por el hecho de que el fracaso la repres ión requiere nuevos esfuerzos. El éxito varía según las 3 neurosis y según cada uno de sus particulares estadios.
El menor los éxitos está (es produce) en la histeria de angustia correspondiendo al hecho de que no se establece ninguna clase de representación >representanz< preconsciente y (consciente): Más tarde en lugar de la indecente >intolerable< un sustituto se toma preconsciente y consciente. Finalmente la formación de fobias alcanza su objetivo inhibiendo los afectos displacenteros mediante >una< gran renuncia, intentos de escape.
>El< propósito de la represión es siempre evitar al displacer. El destino de la representación (repraesentanz) es sólo ser señal de proceso. El aparente desmontaje (separación) del proceso de defensa en representación >vorstellung< y afecto (representación) >repaesentanz< y factor cuantitativo). De aquí se produce precisamente, que la represión en >la< denegación de la palabra >wort vorstellung< se sostenga, por lo tanto, el carácter tópico de la represión.
En la neurosis obsesiva, el éxito >de la represión< es inicialmente completo, pero de ningún modo permanente. Proceso aún menos concluido. Este prosigue luego de una primera fase exitosa a través de dos fases ulteriores. La primera (represión secundaria, formación de la representación obsesiva, >vorstellung< lucha entre representaciones obsesivas) >vorstellungen< así como también la histeria de angustia se conforma contabilidad formaciones sustitutivas, más adelante (terciaria) >se< produce una renuncia y limitación correspondiente a las de la fobia, pero a diferencia de ésta, trabaja contabilidad recursos lógicos. Por lo contrario el éxito >de la represión< en la histeria de conversión es completo desde un inicio, pero adquirido mediante una formación sustitutiva. Este proceso del singular mecanismo de represión tiende a ser más completo.
Contrainvestidura
En la histeria de angustia >la contrainvestidura< primero está ausente. Pura tentativa de escape y se dirige luego >a< representaciones sustitutivas >vorstellungen< y se establece especialmente en la tercera fase en un rodeo de las mismas para asegurar desde ahí la liberación del displacer en calidad de vigilancia y atención. Representa la acción del preconsciente, así como del esfuerzo que la neurosis cuesta.
En la neurosis obsesiva, donde desde el principio se trata de una defensa contra una pulsión ambivalente >se< nos brinda la primera represión exitosa, posteriormente se producen formaciones reactivas gracias a la ambivalencia. Se da entonces en la tercer fase la atención que es característica de la neurosis obsesiva y proporciona el trabajo lógico, así en la fase dos y tres como lo es en la angustia a diferencia de la fase uno en donde la angustia nada produce, en la neurosis obsesiva se produce todo. Ella siempre asegura a la represión una correspondiente acción del preconsciente.
En la histeria se facilita un carácter más afortunado debido a que las contrainvestiduras buscan desde el inicio un encuentro contabilidad investiduras pulsionales para enlazarse a ella en un compromiso, lo que determina la elección de la representación >Repraesentanz<.
Formación Sustitutiva y Formación de Síntoma.
Corresponde al retorno de lo reprimido, y al fracaso de la represión. Por un determinado periodo son diferenciables, más tarde corren juntos.
La mayor conjunción se da en la histeria de conversión: sustituto = síntoma, nada más que separar. Así mismo, en la histeria de angustia, la formación sustitutiva facilita el primer retorno de lo reprimido.
En la neurosis obsesiva se diferencian claramente en la circunstancia de que la primera formación sustitutiva proviene de la represión de la contrainvestidura y no es considerada como un síntoma. Sin embargo, síntomas tardíos de la neurosis obsesiva son fundamentalmente >un< retorno de lo reprimido, siendo en ellos menor la acción de la represión.
La formación de síntomas, de donde parte nuestro estudio, coincide siempre contabilidad el retorno de lo reprimido y se produce contabilidad la ayuda de la regresión y de las fijaciones disponibles.
Una ley general afirma que la regresión vuelve hasta la fijación y desde allí se fuerza el retorno de lo reprimido.
Relación contabilidad la Función Sexual.
Para esto continúa manteniéndose la moción pulsional antes reprimida siempre como un impulso libidinal perteneciente a la vida sexual, mientras que la represión parte del Yo por varios motivos, que se pueden resumir como un Yo poder (a causa de sobrefuerza) o no querer. Esto último se refiere a la incompatibilidad contabilidad los ideales del yo o a un daño de otra índole temido por el Yo. Este aspecto fundamental es opacado por dos momentos: el primero, tiene frecuentemente la apariencia de que la represión fuese estimulada por el conflicto de dos mociones, libidinosas ambas, siendo especialmente frecuentes y claras.
Esto se diluye tras la consideración de que una de estas es egosintónica y en el conflicto puede solicitar ayuda de la represión derivada del Yo.
El segundo: entre lo reprimido no solamente encontramos aspiraciones libidinosas, sino que también aspiraciones del Yo claramente y contabilidad frecuencia en estados más largos y desarrollados más avanzados de la neurosis. Esto último se 1ocaliza de tal manera que al moción pulsional reprimida busca imponerse en un rodeo a través de una aspiración del Yo al que le ha prestado un elemento, le transfiere energía y es arrastrada contabilidad aquella >la moción< a la represión, lo que puede llegar a ocurrir en forma masiva. Contabilidad esto no se altera la vigencia de aquella frase >ley general antes mencionada<.
Se comprende la exigencia de sacar conocimientos de los momentos iniciales del establecimiento de la neurosis, en la histeria y en la neurosis obsesiva, es obvio que la represión se dirige contra la función sexual en su forma definitiva, la cual pretende representar el derecho a la procreación. Nuevamente la mayor claridad se observa en la histeria de conversión ya que no hay complicaciones, en la neurosis obsesiva primero hay una regresión. Mientras no exageremos esta relación, es decir, no lleguemos a suponer que la represión se haga efectiva justo en este estadio de la libido pro lo contrario, la neurosis obsesiva expone que la represión consiste en un proceso más general que no depende la libido, pero dirigido aquí hacia niveles previos. Así como también en la evolución del desarrollo la represión es requerida contra mociones perversas en series simples.
Pregunta. ¿Por qué la represión aquí es exitosa, y no lo es en otros casos? En la naturaleza de las aspiraciones libidinales hay sustitución posible, así que en la represión de las aspiraciones normales se fortalecen las perversas y viceversa. Sobre la función sexual la represión no tiene otra relación que nos sea el empeñarse en su rechazo, así será en la regresión y en algún otro destino pulsional.
La relación con la función sexual es menos clara en el caso de la histeria de angustia pro las razones que vimos cuando tratamos la angustia. Parece ser que la histeria de angustia encierra un vuelco, pues la exigencia pulsional sexual, considerada como demasiado grande, es rechazada como peligro.
No se requiere ninguna consideración de la organización de la libido.
Regresión
>constituye< El más interesante momento del destino pulsional. D4esde la histeria de angustia no hay ninguna circunstancia que la adivine. Podría decir que aquí no entra en consideración >en regresión<, probablemente debido a que en toda histeria de angustia se retrocede claramente a una infantil (la disposición modelo de la neurosis) y ésta última se manifiesta en una época temprana de la vida. Por el contrario, las otras dos >neurosis de transferencia< constituyen un mejor ejemplo para la regresión, aunque en este punto a regresión desempeña un papel diferente para la estructuración de cada una de las neurosis <:>
En la histeria de conversión hay una regresión del ya muy fuerte, retorno a una fase sin diferenciación entre Preconciente e inconsciente, es decir, sin lenguaje ni censura. La regresión servirá empero a la formación de síntomas y al retorno de lo reprimido, la excitación pulsional no admitida por el yo actual, recurre a uno previo donde encontrará una forma distinta de rechazo. Se ha dicho ya que así se llega a una forma de regresión libidinal.
En la neurosis obsesiva es diferente. La regresión es una regresión de la libido >que< no sirve al retorno >de lo reprimido< sino a la represión, y es facilitada ante una sólida fijación constitutiva o por un desarrollo incompleto. Cabe aquí el primer paso defensivo hacia la regresión, donde se trata más bien de una regresión >propiamente< dicha que de una inhibición del desarrollo, y organización libidinal es sometida en adelante a una represión típica, aunque no exitosa. Una parte de la regresión yoica es impuesta al Yo por la libido, o se produce ante el desarrollo incompleto del Yo, relacionado aquí con la fase libidinal (disociación de las ambivalencias).
F) (disposición)
Escondidos detrás de la represión, están los problemas de la fijación y disposición. De la regresión se puede decir, en términos generales, que se extiende a un tipo de fijación, ya sea en el desarrollo del Yo o de la libido, y este punto representa la disposición. Este es entonces el >punto< decisivo, el momento en el que se presenta la decisión por la elección de neurosis. Valdrá entonces la pena extenderse en ello.
La fijación se realiza a través de <una> fase del desarrollo la cual fue marcada demasiado fuerte, o que quizá también haya tenido una duración demasiado larga como para que en consecuencia se pase completamente a al fase contigua.
Ideas más claras de donde y cuales variaciones existen en <alrededor de> la fijación, mejor no pidamos. Empero digamos algo sobre su origen. Existe la posibilidad de que dichas fijaciones sean tanto traídas consigo netamente como que ellas sean dadas <surjan> por impresiones precoces, o finalmente, que ambos factores actúen simultáneamente. Aunque se puede sostener que los dos momentos tienen una propiedad de ubicuidad, ya que todas las disposiciones existen son constitucionales en el niño y por otra parte las impresiones eficaces afectarían a varios niños de manera similar.
Se trata pues de más o de un menos y un eficaz encuentro. Ya que nadie se inclina a poner en tela de juicio momentos constitucionales, le corresponde al psicoanálisis defender contabilidad fuerza los derechos de las atribuciones adquisiciones de la temprana infancia. En la Neurosis Obsesiva el momento constitutivo es por lo demás reconocido más claramente que el accidental en la Histeria de Conversión, esto hay que admitirlo. La distribución detallada <sin embargo> es aún dudosa cualquiera que ésta sea.
En donde el momento constitucional de la fijación es considerado, no por ello se aparta lo adquirido, simplemente se desplaza a tiempos más remotos. Pues también se puede aseverar contabilidad justeza que las disposiciones heredadas son restos de lo adquirido por los antepasados. Aquí se choca contabilidad el problema de la disposición filogenética detrás de la individual u ontogenética, y no se puede encontrar contradicción cuando el individuo a su disposición heredada de base experiencias anteriores añade nuevas disposiciones de la vivencia singular.
¿Porqué se debería extinguir el proceso de la disposición en función de una vivencia producida en el individuo cuya Neurosis se explora? ¿o qué crear esta disposición para su descendencia, sin adquirirla para sí mismo?.. Parecería más bien <ser un> un complemento necesario.
No es posible esclarecer aún en que medida la disposición filogenética puede contribuir a la comprensión de las Neurosis. Además de ello, es también pertinente que la consideración se extienda más allá del estrecho campo de las Neurosis de Transferencia.
El carácter definitivo más importante de las Neurosis de Transferencia, no pudo ser apreciado en este panorama, puesto que pro lo común no llaman la atención y sólo a través del contraste contabilidad las Neurosis Narcisísticas tendrían relevancia. (Este carácter se encuentra en apego al objeto. Relación del Yo al objeto) 7.
Junto a esta ampliación del horizonte avanzaría al primer plano la relación del Yo contabilidad el objeto y la determinación del objeto resultaría el rasgo distintivo común. Aquí se permite cierta preparación.
Espero que el lector, que además de algún fastidio en muchos párrafos, haya notado también, como todo se construyó sobre una muy cuidadosa y afanosa observación, así mismo que ejerza la indulgencia si alguna vez la postura crítica retrocede ante la fantasía al exponer cosas que sean inciertas sólo por que son incitantes y abren la mirada a lo remoto.
Es también legítimo llegar a suponer que aún las Neurosis deben aportar testimonio sobre la historia de la evolución anímica de los hombres. Creo haber demostrado en el artículo (sobre los dos principios) que podemos atribuir a las tencias sexuales del hombre otro desarrollo diferentes al de las tendencias del Yo. El motivo esencial es que el primer grupo podía satisfacerse autoeróticamente, en tanto que las tendencias del Yo dependen desde el principio del objeto y contabilidad esto por lo tanto de la realidad.
A grandes rasgos creemos haber aprehendido cual es la evolución de la vida sexual humana (tres ensayos para una teoría sexual). Es más difícil de comprender el desarrollo del yo humano, es decir, de las funciones de autoconservación y de las formaciones derivadas de ellas. Solamente conozco el intento único de Ferenczi, quien utiliza experiencias psicoanalíticas para ese propósito. Naturalmente nuestro cometido se nos facilitaría si dilucidáramos la historia de la evolución del Yo desde otro lado en lugar de tener que proceder <en sentido>inveso <como> hasta ahora. La impresión que se logra contabilidad ello es que la historia de la evolución de la libido repite una parte de la evolución mucho más antigua que la del Yo, el primero tal vez repita las circunstancias de a familia de los vertebrados, mientras que el otro se inclina hacia la historia de la especie humana.
Existe ahora una serie a la cual se puede unir diversos y amplios pensamientos. Ella surge cuando las Psiconeurosis (no sólo las Neurosis de Transferencia) se ordenan según el tiempo <cronológico> y el punto en el cual entran en escena en la vida individual. Entonces es la Historia de angustia prácticamente la más temprana, le sigue la Histeria de Conversión (del cuarto año en adelante), un poco más tarde en la prepubertad (9-10) se da paso en los niños a la Neurosis Obsesiva. Las Neurosis Narcisistas <están> ausentes en la infancia. De éstas, la Demencia Precoz en su forma clásica es un padecimiento de la pubertad, la Paranoia se aproxima a los años de madurez, y la Manía-Melancolia también al mismo periodo, por lo demás indefinido.
La serie sería entonces:
Angustia - Histeria de Conversión - Neurosis Obsesiva - Demencia Precoz - Paranoia - Mania-Melancolia.
Las disposiciones de la fijación para estas afecciones parecen resultar también en una serie pero en sentido contrario (obvio) 8 especialmente cuando se considera la disposición libidinal. Por lo tanto, cuanto más tarde la Neurosis entra en escena, tanto más la necesidad de <un movimiento> regrediente a una fase libidinal más temprana. Sin embargo esto es válido sólo a grandes rasgos. Indudablemente la Histeria de Conversión se dirige contra el primado de los genitales, la Neurosis Obsesiva contra el estado sádico, para acabar, las 3 Neurosis de Transferencia en primera instancia contra una evolución libidinal consumada.
Pero las Neurosis Narcisísticas se remontan a fases previas al encuentro del objeto. La Demencia Precoz hace un movimiento regrediente hasta el autoerotismo, la Paranoia hasta la elección de objeto narcisista homosexual, la Melancolía depende de la identificación narcisista contabilidad el objeto. Las diferencias están en el hecho de que la Demencia indudablemente entra en escena antes que la Paranoia por más que su disposición libidinal se retraiga más atrás, y la Manía-Melancolía no permite una clasificación temporal segura. Por lo tanto no se puede sostener que e orden temporal <cronológico> de las Psiconeurosis, cuya existencia <por otro lado> es positiva, sea decidida sólo por la evolución libidinal. En tanto que esta relación es acertada, se acentuaría carácter inverso entre ambos.
Es también sabido que contabilidad el tiempo la Histeria o la Neurosis Obsesiva pueden transformarse en Demencia, nunca a la inversa. Sin embargo, puede formularse otra serie filogenética, la cual tiene realmente el mismo curso temporal de las Neurosis. Sólo que para ello es imprescindible tomar impulso y convenir en establecer más de una hipótesis intermedia.
El Dr. Wittels fue el primero en proponer la idea de que el animal humano vivía en un medio extremadamente rico en el que todas sus necesidades estaban cubiertas, medio que se conserva reflejado en el mito del paraíso original. Es probable que allí la periodicidad de la libido se haya superado, la cual en los mamíferos está aún adherida.
Ferenczi, ya en el trabajo rico en pensamientos mencionado, expuso la idea de que la evolución ulterior del hombre primitivo sucedió bajo la influencia de los destinos geológicos de la tierra, y que especialmente la necesidad de las eras glaciales estimularon el desarrollo cultural. Es por lo general admitido que la especie humana existía en la era glacial y ha experimentado la influencia en ese periodo.
Si tomamos la idea de Ferennczi, estamos muy cerca de la tentación a reconocer en las 3 disposiciones a la Histeria de angustia, la Histeria de Conversión y las regresiones obsesivas, a las fases que se reconoce que antaño la humanidad entera debió haber transitado del principio al fin de las eras glaciales, así que entonces todos los hombres eran entonces como lo son hoy sólo una parte ante la fuerza de las predisposiciones hereditarias y la nueva adquisición.
Naturalmente que estos cuadros no se pueden asegurar plenamente, pues la neurosis implica más de lo que la regresión en sí misma aporta. Ella es también la expresión de la resistencia contra esta regresión y un compromiso entre lo arcaico y las exigencias de la neurosis Obsesiva. Más que cualquier otra, se encuentra bajo el signo de los contrastes internos.
La neurosis requiere entonces, en tanto que la represión ha triunfado en ella, reproducir un cuadro arcaico. Con que nuestra primer formulación presupondría que la humanidad, bajo el influjo de las carencias impuestas por la abrupta era glacial, se tornó en general proclive a la angustia. El hasta entonces esencialmente amistoso mundo exterior que daba cualquier satisfacción, se transformó en <fuente> de masivos <y> amenazantes peligros.
Ante todo lo nuevo estaban dadas todas las condiciones para la angustia real. Inicialmente en efecto, la libido sexual no perdió sus objetos, que son humanos, aunque se podría pensar que en su propia existencia amenazada, el Yo se desprende de su carga de objeto y manteniendo la libido en el Yo convierte así en angustia real lo que una vez fue libido objetal. Así vemos que en la angustia infantil, frente a la insatisfacción, el niño transforma la libido de objeto en angustia real frente a lo extranjero <extraño>, aunque en lo general también contabilidad eso se tiende a ceder y a angustiarse ante todo lo nuevo.
Hemos tenido una larga discusión en cuanto a que si la angustia real es anterior a la angustia anhelante <expectante>, si el niño cambia en angustia real su libido por ser ésta considerada peligrosa y masiva, llegando así a la representación de peligro, o antes bien acceder a una angustiabilidad general y contabilidad ella aprender también a tener miedo de su libido insatisfecha.
Nuestra inclinación es a aceptar la primera, a dar prioridad a la angustia anhelante <expectante>, sin embargo nos hace falta para ello una disposición especial. Estamos obligados a explicarla como una tendencia infantil general. La preponderancia filogenética aclara ahora la polémica a favor de la angustia real y nos permite suponer que parte de los niños traen consigo la angustia del inicio de las eras glaciales, y esto los induce además a tratar la libido insatisfecha como un peligro externo. Sin embargo, el relativo exceso de libido escaparía a la misma disposición y posibilitaría la nuestra adquisición de la disposición a la angustia. De cualquier manera, la discusión de la Histeria de angustia ponderaría la disposición Filogenética sobre todos los otros momentos considerados.
2) Contabilidad el avance de los tiempos duros debió darse en los hombres amenazados en su existencia el conflicto entre la autoconservación y el placer de la reproducción que encuentra su expresión en la mayoría de cualquier caso típico de histeria. Los alimentos entonces no alcanzaban para permitir el crecimiento de las hordas, y la fuerza del individuo no fue suficiente para mantener con vida tantos indefensos. Matar a los recién nacidos seguramente encontró resistencia en el amor, especialmente en las madres narcisistas.
De este modo, restringir la reproducción se tornó en una obligación social. Las satisfacciones perversas que no conducen a la procreación escapaban de esta prohibición que promovía cierta regresión a la fase libidinal previa al primado de los genitales. La limitación debió afectar más duramente y pronto a la mujer que al hombre despreocupado ante las consecuencias de la abstinencia en la relación sexual.
Esta situación en conjunto evidentemente corresponde a los requerimientos para la Histeria de Conversión. Por la sintomatología de la misma concluimos que el hombre todavía no hablaba cuando pro una imperiosa necesidad se impuso la prohibición de la reproducción, y por lo tanto, tampoco tenía construido el sistema Preconsciente sobre el Inconsciente. Por eso, a la Histeria de Conversión regresa el que además está dispuesto, especialmente la mujer, bajo el influjo de las prohibiciones que quieren descartar la función genital,, mientras que fuertes y excitantes impresiones tempranas empujan a la acción genital.
La evolución posterior es fácil de construir .......
3) al desarrollo ulterior es fácil de construir. Correspondió especialmente al hombre. Luego de haber aprendido a economizar la libido y de haber disminuido la actividad sexual mediante la regresión a una fase anterior, la actividad de la inteligencia tomó para él un papel primordial.
Aprendió a investigar, a comprender un poco el mundo hostil, y a través de los inventos, a obtener un primer dominio sobre él. Se desarrolló bajo el signo de la energía, elaboró los rudimentos del lenguaje y (seguramente) daba mucha importancia a las nuevas adquisiciones.
El lenguaje (constituía una) magia para él, sus pensamientos le parecían omnipotentes, comprendía al mundo de acuerdo a su Yo. Es el periodo de la cosmovisión animista y de su técnica mágica. Como recompensa de su fuerza por asegurar la vida a tantos seres desvalidos, se adjudicó el (derecho a un) dominio señorial sobre ellos, (creando) en su personalidad la idea de dos primeras disposiciones: que él era intocable (libre de ser dañado) y que su disponibilidad sobre las mujeres no podía ser discutida.
Hacia el final de este periodo la especie estaba dispersa en hordas nucleares que eran dominadas (bajo una línea) paterna, por un hombre brutal, fuerte y sabio. Quizá la naturaleza egoísta, celosa y sin escrúpulos que según las consideraciones de la psicología de los pueblos atribuimos al padre primitivo de la horda humana, no existiera desde el inicio sino que se formaría en el transcurso del duro periodo glacial como consecuencia de la adaptación a la necesidad.
Los caracteres de esta fase de la humanidad son los que repite la neurosis obsesiva, (aunque) parcialmente en forma negativa ya que la neurosis a través de sus formaciones reactivas ofrece una oposición a dicho retorno. La sobreacentuación en el pensar, la gran energía, la fuerza de retorno, la omnipotencia de los pensamientos, son rasgos que se mantienen inmutables.
Pero contra los impulsos brutales que pretenden sustituir la vida amorosa, se erige la oposición en desarrollos ulteriores, que a partir del conflicto libidinal finalizan paralizando al energía vital del individuo y sólo permite subsistir a los impulsos que sean desplazados a pequeños sometimientos bajo la forma de obsesión.
Así, este rasgo humano valioso en el desarrollo cultural, a su retorno sucumbe frente a las exigencias de la vida amorosa: del mismo modo que el grandioso tipo de padre primitivo, quien más tarde retorna bajo la forma de divinidad sucumbió en la realidad ante las relaciones familiares que él mismo creó.
4) Hasta aquí habríamos llegado al cumplimiento de uno de los programas provistos por Ferenczi de ’unificar los tipos de regresión neurótica contabilidad las etapas de la historia de la humanidad’ quizá sin desvíos especulativos demasiado atrevidos.
Sin embargo, nos falta toda relación para continuar contabilidad las neurosis narcisistas que se manifiestan más tarde, si no nos viene en auxilio el supuesto de que la disposición a estas fue adquirida en una segunda generación, cuya evolución nos lleva a una fase nueva de la cultura humana.
Esta segunda generación da inicio contabilidad aquellos hijos (varones) que el padre primitivo celoso no admite. Hemos incluido en otro lado (1y1) (Tólem y Tabú) como los expulsa cuando han alcanzado la pubertad. Otra solución más cruel es observada en las experiencias psicoanalíticas, es decir que (el padre primitivo) los privaba de su virilidad. (y) ya inofensivos, podían permanecer en la horda como ayudantes de trabajo.
Podemos representarnos el efecto de la castración en aquel tiempo primitivo como una extensión de la libido y una detención del desarrollo individual. Este estado parecería repetir(se) (en) la democracia precoz que, inicialmente bajo la forma de Hebefrenia conduce al abandono de todo objeto de amor, al retroceso de todas la sublimaciones y al retorno al autoerotismo. El individuo joven se comporta como si hubiera sufrido la castración incluso la autocastración real no es rara en esta afección.
No debe tenerse en cuenta para conformar el cuadro filogenético, otras características de la enfermedad como son las alteraciones del lenguaje y episodios alucinatorios, ya que corresponden a intentos de curación, a los múltiples intentos por recuperar el objeto los cuales durante el cuadro de la enfermedad son casi más llamativos en su duración que las propias manifestaciones regresivas.
A la hipótesis de este trato sobre los hijos, le corresponde una pregunta que puede contestarse de paso ¿de dónde viene el sucesor y sustituto de los padres primitivos si estos se desprendían de sus hijos de esta manera?.
Ya Alkinson ha indicado el camino al señalar que sólo los hijos mayores debían temer la persecución del padre, pero los otros, el menor –pensando esquemáticamente-, gracias a al mediación de la madre, aunque en esencia debido al envejecimiento del padre y de su necesidad de ayuda, podría escapar a este destino y convertirse así en el sucesor del padre.
Esta preferencia por el menor fue absolutamente suprimida en las estructuras sociales posteriores y reemplazada por el privilegio del mayor. Aunque claramente en los mitos y cuentos esto se ha conservado.
5) La transformación posterior sólo podría darse cuando los hijos amenazados por la castración la evitaran huyendo y aprendiendo a asumir la lucha por la existencia aliándose entre sí.
Esta convivencia generaría sentimientos sociales y podría estar basada en la satisfacción sexual homosexual. Es muy posible que se pueda apreciar en la herencia de esta fase la tan buscada disposición a la homosexualidad.
Los sentimientos sociales así surgidos de la sublimación de la homosexualidad devinieron patrimonio de la humanidad y base de toda sociedad ulterior. Pero es evidente que esta fase implica una vuelta a la paranoia, o mejor dicho, en contra del retorno de aquella (frase) que la paranoia (rehuye) defiendiendose, sin faltar las alianzas secretas y al perseguidor quien juega un papel fundamental.
En el intento pro defenderse contra la homosexualidad que está en la base de la organización fraterna, la paranoia tiene que expulsar de la sociedad al atacado y destruir sus sublimaciones sociales.
6) La integración de la Melancolía-Manía en este contexto parece enfrentarse con la dificultad de no poder establecerse con precisión la edad normal para la aparición individual de esta afección neurótica. Sin embargo es más seguro que pertenezca más a la edad de la madurez que a la infancia.
Sobre la característica alternancia de depresión y euforia, es difícil no remitirnos entonces a la sucesión similar de alegoría y duelo que compone en forma regular toda la ceremonia religiosa. Duelo por la muerte de Dios, alegría por su resurrección.
Pero, tal como nosotros lo intuimos gracias a los datos de la psicología de los pueblos ese ritual religioso repite, ahora en sentido inverso, el comportamiento de los miembros del clan fraterno luego de matar y haber vencido al padre primitivo: triunfo sobre su muerte y duelo por él, en tanto todos lo habían venerado como modelo.
Así pues, este gran suceso de la historia de la humanidad que puso fin a la horda primitiva y la sustituyó por la organización fraterna victoriosa, parecería brindar la predisposición a la particular sucesión de ánimo que reconocemos como una afección narcisista especial, junto con las parafrenias.
El duelo por el padre primitivo surge de la identificación con él y ya hemos demostrado que dicha identificación es condición para el mecanismo de la melancolía.
Podemos decir que en resumen; si las disposiciones a las 3 neurosis de transferencia han sido adquiridas en la lucha contra las penurias de la época glacial, entonces las fijaciones que están en la el origen de las neurosis narcisísticas se derivan del hostigamiento ejercido por el padre, quien al término de la era glacial, prosigue en contra de la segunda generación el papel que había asumido.
Así como de la primera lucha se deriva la fase patriarcal de la cultura, de la segunda la social; pero de ambas se derivan las fijaciones que al retomar milenios más tarde, devienen como disposición para los dos grupos de neurosis.
Entonces en este sentido también la neurosis es una adquisición cultural. Si el paralelismo que hemos señalado es más que una comparación lúdica y en que medida puede resolver enigmas no resueltos de las neurosis, lo aclararán investigaciones posteriores y nuevas experiencias.
Ha llegado el momento de pensar en ciertas objeciones que nos advierten que no debemos sobreestimar las deducciones alcanzadas. En un principio se hará evidente que la segunda serie de disposiciones, las de la segunda generación, pudieron haber sido adquiridas sólo por hombres (como hijos varones), mientras que la demencia precoz, la paranoia y la melancolía son producidas también por las mujeres.
Las mujeres en tiempos primitivos han vivido en condiciones todavía más disímbolas a las de nuestros días. Por lo tanto, estas disposiciones presentan una dificultad de la que está libre la primera serie: parecen haber sido adquiridas bajo condiciones que excluyen la transmisión hereditaria.
Es evidente que los hijos castrados e intimidados no tienen acceso a la reproducción, de manera que no es transmitida su predisposición (demencia precoz). Pero el estado psíquico de los hijos expulsados, relacionados (a través de) la homosexualidad, no puede tener una influencia sobre las generaciones siguientes, ya que como ramas laterales estériles de la familia se extinguen en tanto no hayan triunfado sobre el padre.
Pero si este triunfo es alcanzado, constituye la experiencia de una generación a la que no se le debe reconocer la necesaria multiplicación ilimitada. Como puede pensarse, no hay que intimidarse ante los datos de un terreno tan oscuro. En el fondo, la dificultad es idéntica a otra presentada con anterioridad: como se continúa el padre brutal de la era glacial, quien no era inmortal, en una imagen divina posterior.

Nuevamente surge el hijo mas joven que se convertirá en padre. Sin estar él castrado, sabe del destino de sus hermanos mayores y teme por sí mismo, debiendo sentir la tentación de huir como los más afortunados de ellos y renunciar (también) a la mujer.
Así, del lado de los hombres estériles desechados, queda una sucesión de otros hombres que siempre llevan en su persona los destinos del género masculino y que pueden transmitirnos como disposiciones (hereditariamente). Se mantiene el aspecto esencial; para él (el hijo menor) la necesidad de los tiempos es sustituida por la coerción del padre.
El triunfo sobre el padre debió ser planteado y fantaseado en el transcurso de múltiples generaciones antes de que se lograra realizar. La extensión sobre la mujer de las disposiciones creadas por la coerción del padre parecen constituir una dificultad más seria.
Los destinos de la mujer en esas épocas remotas se mantienen velados por una particular oscuridad. Podrían haber existido incluso condiciones de vida que no hemos reconocido. Sin embargo, el punto que nos permite superar el mayor de los problemas consiste en que no debemos olvidar la bisexualidad humana.
De este modo, la mujer puede recibir las disposiciones adquiridas por el hombre e incluso ponerlas de manifiesto en sí misma. Con todos estos argumentos queda claro que no logramos en el fondo otra cosa más que haber sustraído nuestras fantasías científicas del reproche de lo absurdo.
En líneas generales, conservan su valor como saludable desilusión, si tal vez nos hemos encaminado en ubicar la disposición filogenética por encima de todo lo demás.
El desarrollo no es tal que en proporciones constantes, tal vez reglamentadas, las constituciones arcaicas retomen en el nuevo individuo y que a raiz del conflicto con las exigencias de la realidad se tornen en neurosis.
Hay cabida a nuevas adquisiciones e influencias que nosotros ignoramos. Así pues, no estamos al final sino al principio de la comprensión de estos factores filogenéticos.

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